Los vinos dulces no me gustan,
salvo raras excepciones.
Hay un vino...
es todo poesía.
Malamado.
Rarísimo.
En la nariz, dulce.
Parece.
Y lo es.
En boca viene desde no sé que sortilegio
a decirte que es también otra cosa.
Y al medio minuto te das cuenta que
es algo único.
Andaré medio machado.
Me gustan estos vinos, tan raros.
Me gustaría ser un Malamado.
miércoles, junio 27
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1 comentario:
Equilibra el impacto del chocolate en la boca y lo complementa a la perfección.
Algunos le llaman el vino invernal,no coincido, sus consecuencias en mi cuerpo tiene reminiscencias primaverales.
Una copa, y la sensación es una cuestión de bordes... me gusta.
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