sábado, marzo 15

El Xuxuyoc

Alguna vez, al discurrir los siglos
igual que el viento a la liviana tierra,
la mísera memoria de los hombres
se acercará hasta aquí. Vendrán a verme.
Y ofrendarán mis huesos y mi sombra
las espectrales manos de la Historia.

Yo, el Xuxuyoc, ordeno para entonces:
Dejadme en paz.

Yo he sido un hombre,
igual que todos,

como todos, vano.

Buscadme en el ancestro de mi pueblo,
en la raiz de un grito de pelea,
en los espasmos del placer o el odio,
en el temblor final de la mirada
de un hombre de mi raza. Allí estoy yo.
Este gastado polvo es nadie y nada.
En el futuro se erguirá de nuevo
pero no seré yo. Yo ya estoy muerto.
Mi eternidad es esta piedra rota.

Jorge Calvetti