lunes, abril 14

Es que se me cierra la garganta.
Dávalos y Ayala al mismo tiempo.
El grito de la baguala y el sapucay de los hacheros.
Y ése pez dando vueltas,
entre maderas robadas al monte
que flotan por dar consuelo,
a esa mano del Ramón
que se se quedó en ese suelo.
Si será gringa la suerte
que ya nunca la veo,
haciendo con mi machete
silbar cantos a los vientos.
Y el silvo trae desganadas canciones
del Ande lejos
apretadas en mil gritos de estremeces
y unos cuantos otros ruegos.
La copla sale dispersa entre el río y el silencio.
Agua las une, de más o de menos,
y un verde de allá a lo alto
las gana pa su consuelo.

No hay comentarios.: