martes, noviembre 20


Debería haberlo intuído.
Nunca nadie llegó caminando de ese lado,
bajo la sombra de esos árboles, lento,
quebrando mi incredulidad.
Si pensaba que ahora iba a sentir así?
No.
Pensé en intensidad, si.
Pensé en una tarde y una noche,
en ese vino y y una charla.
Pensé en música y en viajes,
en valles y quebradas, en olor a albahaca.
Fueron sus manos, que crean con un don.
Fueron sus palabras, las imágenes que dibujaron.
Fué su boca que las pronunciaba.
Fué cómo brillaban sus ojos,
el fuego con el que me quemaron.
Y luego sus manos, su boca, sus ojos
cobraron otro sentido.
Todo se magnificó, hubo olor a piel, sabor a besos.
Hubo respuesta, hubo comisuras,
hubo un cuello arqueado.
Y nos fuimos, nos dejamos llevar
por una copla y por el rojo,
y cada momento durante algo más
de un día con su noche fué estar desnudos.





Quisiera ser viento norte
para llegar a tu puerta,
para poder besar tu cuello, imilla,
cuando me esperes despierta.

Si estás dormida vidita,
Huayra en la noche soy yo,
para entrar por tu ventana
y robarte el corazón.

1 comentario:

*AntagoniSta* dijo...

Y la lectura tiene eso... lo hace a uno sentir los versos en carne propia. (o será que es tanta la intensidad, que hasta uno puede sentirse en la tinta de lo escrito)... raro.

Sabor a beso... y yo que pensaba que esos sabores eran solo producto de mi paladar...

A veces no intuir está bueno, tiene ese efecto de dejarnos con el alma desnuda y la sensación de maravilla en la puntita de los dedos...
Ud. es Huayra, hay cuellos que dan fé de eso.

Salud!