viernes, septiembre 21

Surubí

Lo conté, debía hacerlo.
Fué muy vívido.
Fué mi amigo.
Lo encontré varado en una playa en Corrientes,
en el Uruguay, y no podía zafar.
Lo ayudé.
Era enorme, metro setenta, casi, y muy pesado.
Y el tipo no se fué, se me quedó mirando.
Y me dijo: Gracias, vamos a dar una vuelta.
No abrió la boca, y me hizo entender
que me aferrara a su lomo, y salió lanzado como un torpedo.
Surcaba el río a una velocidad increíble,
Me le tenía que agarrar fuerte de arriba.
Su piel era atigrada, muy suave.
Comenzó a contarme su vida, los secretos del río,
de los pescadores, de como los hacían sufrir
sólo por diversión.
Por momentos se sumergía y como un rayo saltaba
sobre el agua. Yo era parte de él.
Fué un viaje largo, muy intenso.
Me llevó hasta el delta y me dijo que más allá
no se aventuraba.
Nos despedimos ambos con mucha gratitud.

Esa mañana al despertar no lo recordé.
Tomé unos mates, llegó un amigo y escuchamos Litoral
de Liliana Herrero.
Y ese tema fué el gatillo, el disparador:
"... como surubí a flor de agua va mi canción...".
Ahí recordé todo.

Luego entendí el regalo.
Fuí un pez, tuve todas las sensaciones.
Hace rato que siento un profundo misterio por el río,
por esa fuerza, ese cielo azul que viaja.

Ya no soy igual que antes.

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